“El medicamento seguro sólo está en la farmacia”
La farmacéutica Silvia Bernardoni alerta sobre el riesgo en el expendio de medicación en otros sitios comerciales. Detalles de su profesión, en el Día Panamericano de la Farmacia.
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Por Fernando Izquierdo, de esta Redacción
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Cada 1° de diciembre, se conmemora el Día Panamericano de la Farmacia.
Haber escogido dicha fecha responde a la realización, en 1948, del Primer Congreso Panamericano de Farmacia, celebrado en La Habana, Cuba, donde se delinearon los pilares de la profesión en este continente.
Silvia Bernardoni es oriunda de Lobos, pero se radicó en Tandil hace un cuarto de siglo. Obtuvo el título de farmacéutica en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires y se desempeña en diversos sectores. Es una de las tres farmacéuticas en Farmacia Marzocca, cumple el rol de docente y, desde la subcomisión de deportes, integra la Comisión Directiva del Colegio de Farmacéuticos provincial.
“El título de farmacéutico se logra a través de una carrera que se dicta en cinco años y es muy exigente en cuanto a las cursadas, dado que tenés mucho trabajo de laboratorio. Pasás muchas horas concurriendo a la facultad.
Después, tenés la parte teórica, como en cualquier carrera; los seminarios, que es la sección teórica de los prácticos; y además los prácticos en sí.
Las materias tienen teoría, seminario, práctico y, muchas de ellas, laboratorio. Eso demanda mucho tiempo de presencia en la facultad”, cuenta Silvia respecto a la formación académica que transitó.
-¿Legalmente, en todo momento debe haber alguien con ese título en una farmacia?
-Exacto. Así lo establece la ley 10.606, de ejercicio profesional en la provincia de Buenos Aires, la cual está en concordancia con las leyes nacionales. Mientras la farmacia permanezca abierta o de turno, debe haber alguien con título de farmacéutico, y está muy bien que sea así. Incluso, es una norma que aplica para las farmacias de los sanatorios, clínicas u hospitales. La responsabilidad legal y técnica es del farmacéutico, aunque a su lado pueden desempeñarse asistentes. En mi trabajo, somos tres farmacéuticas, dos auxiliares, y hay una directora técnica.
-¿En qué medida continúa capacitándose?
-Permanentemente. Todo el tiempo aparecen productos nuevos, se descubren cosas, se reafirman otras, o se desmienten algunas sobre algo que parecía una certeza y termina corrigiéndose. De todo eso tenemos que estar al tanto porque una de las funciones importantes del farmacéutico es asesorar al paciente-cliente que va a la farmacia, ya sea la privada, a la que denominamos comunitaria u oficinal; o la hospitalaria. En ambas está el farmacéutico, que asesora acerca de dudas que surjan, o sobre las dosis de una medicación. Somos los orientadores para decirle al paciente qué tomar y cómo hacerlo, o si debe concurrir al médico. Es un asesoramiento que, por suerte, existe en Argentina. Se cuenta siempre con un profesional universitario que te asesora acerca de la medicación. Ese acto de entregar el medicamento se llama dispensación. Lo hacés cobrando si es en una farmacia del sector privado o entregándolo gratis si se trata de una de un hospital público.
-¿Independientemente de lo legal, los auxiliares también se encuentran capacitados para desempeñar ese trabajo?
-Sí. Ellos hacen cursos, hay algunas carreras de auxiliar de farmacia. Pero tienen que ver más con cursos, no son siquiera tecnicaturas. Se les enseña lo básico para dispensar productos. Ellos nos consultan permanentemente, al menos así sucede en mi trabajo. Y me gusta que sea así, porque la responsabilidad termina siendo del farmacéutico que está a cargo en ese momento.
Siempre les digo que no duden en preguntarnos, aunque parezca una tontería o sientan que la tienen muy clara. Es preferible quedar como un “preguntón” antes que entregar mal un medicamento.
-¿Bajo la órbita de qué institución se encuentran nucleados los farmacéuticos locales?
-Estamos colegiados, dentro del Colegio de Farmacéuticos. Existe la filial Tandil, la cual está dentro del Colegio de la Provincia de Buenos Aires, cuya sede central queda en La Plata. Quienes nos recibimos para ejercer en el ámbito de la provincia de Buenos Aires asistimos al Colegio provincial para matricularnos. Esa institución nos agrupa, nos acompaña, nos asesora, realiza toda la presentación de las obras sociales, nos soluciona problemas y consultas sobre las validaciones de las coberturas, nos da cursos, nos brinda información sobre medicamentos nuevos o aquéllos que tienen algún problema de calidad. Hay algunos casos de público conocimiento, como lo que ocurrió con el fentanilo, que producen efectos adversos o incluso muertes. Son situaciones que pueden darse, si no existe el debido control profesional en cada eslabón de comercialización.
En Tandil, la filial tiene como presidenta a la farmacéutica Silvina Calvi y una Comisión Directiva. Yo estoy en la subcomisión de deportes. Somos un grupo de colegas que trabajamos para colaborar, asistir. El deporte es también una forma de promover la salud. En una farmacia no sólo se venden medicamentos para curar, está también la parte de cosmética, de higiene de todo tipo, y de prevención y promoción de la salud. Y el deporte es una de las formas de promover una vida saludable. Hay muchos suplementos, como también hábitos, sobre los cuales un farmacéutico está capacitado para asesorar.
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Silvia Bernardoni, junto a sus compañeros de trabajo.
-¿Cómo transcurrió su carrera académica?
-Estudié en la UBA (Universidad de Buenos Aires), en la Facultad de Farmacia y Bioquímica. En ese entonces, sólo podía estudiarse la carrera en la Universidad Nacional de La Plata y en la UBA. Actualmente, hay otras alternativas como Bahía Blanca y San Luis, incluso algunas privadas.
Estudiás cinco o seis años y obtenés un título de Licenciado en Ciencias Farmacéuticas o de Farmacéutico, como mi caso. Es un estudio muy completo en física, química, matemática, estadística, fisiología, litología, fisiopatología, como en todas las químicas orgánicas y todas las inorgánicas. En cuarto y quinto años, está la parte específica de los medicamentos. Tanto en elaboración, como en control de calidad y manipulación.
-¿Cuánto se aplica en el día a día de ese estudio tan exhaustivo?
-Depende de dónde trabajes. En mi caso, por ejemplo, estoy más abocada a la relación con el paciente-cliente, en cuanto al asesoramiento. Existen otros sectores, como el de la industria farmacéutica, en ese caso el farmacéutico es el responsable de la elaboración del medicamento. Ahí, se aplican conocimientos más específicos del fármaco en sí. En el mostrador de la farmacia, estás más vinculado a la implementación del medicamento en el paciente, es algo más social.
También he trabajado en droguerías. Es el segundo eslabón en la vía legal de comercialización del medicamento. El primero es el laboratorio o importador. Y el tercero, la farmacia. Esa cadena es lo que garantiza la seguridad del medicamento, es en la farmacia donde está el medicamento seguro.
-¿Se respeta esa cadena?
-Como farmacéuticos, somos los encargados de que eso suceda. A veces, cuesta un poco, hoy desde internet hay cierta oferta de medicamentos, como también en el kiosco o el supermercado, lugares que no están habilitados para la venta. Sobre ello hay bastante control, pero para mí no alcanza. Se necesitan inspectores, como también concientizar a la comunidad en general. Es importante que eduquemos, que transmitamos la idea de que el medicamento seguro está farmacias y allí habrá un farmacéutico que va a responder por la seguridad del producto.
A la vista, un medicamento puede estar impecable, pero quizá en algún momento perdió la cadena de frío, estuvo al sol o fue trasladado, por ejemplo, junto a algún insecticida. Lo toma el paciente y se intoxica.
La concientización tiene que ver con hacer entender que el farmacéutico es alguien que estudió para cuidarte.
