La pionera
Mona Knudsen nació en Dinamarca el 18 de diciembre de 1942. Fue la primera maestra de yoga de la ciudad. Su nombre e instituto siempre fueron muestra de prestigio y seriedad. Hoy, retirada, con una discípula al frente, repasa su vida desde que era pequeña. Ayer cumplió 79 años, pero su espíritu y actitud la hacen ver mucho más joven. Cuando puso un pie en Argentina dijo que quería ser una ciudadana más… pero nunca perdió su acento de origen.

Nació en un pequeño pueblo de Dinamarca. Vivía junto a su familia en una granja, en un hogar donde no faltaba nada, pero tampoco sobraba, y se trabajaba de sol a sol. Allá en su país y hace tantas décadas, los granjeros eran considerados pobres y los pobres no iban a la escuela. Eso es algo que tardó años en perdonarle a su padre: la falta de educación. Desde niña quería venir a América; soñaba a través de la lectura de revistas y folletos y lo cumplió casi de manera fortuita. Vivió en Tres Arroyos y eligió Tandil como hogar definitivo para que sus hijos pudieran acceder a la universidad. La educación siempre significó una deuda en su vida y no pensaba fallarle a su prole.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailNadie mejor que ella para contar su propia historia.
“Desde muy chica, en la escuela primaria mi maestro siempre me pasaba libros y había muchos de Sudamérica; para mí eran maravillosos y pensaba: ´tengo que vivir allí´. No sabía ni dónde ni cómo. Mis padres no me habían permitido estudiar, porque los pobres no estudiábamos aunque vivíamos bien en una chacrita, trabajando de sol a sol. Seguía pensando, lo que ahora veo eran estrategias, ´voy a ser enfermera porque si no puedo viajar de otra forma trabajaré en un barco que cruce el Atlántico´. Antes era común escribir cartas -hoy hay redes sociales-, entonces le escribí a quien luego sería el padre de mis hijos. Nos conocimos en 1961 en Dinamarca, ya que él había ido a conocer el país de sus antepasados. No sé si fue el gran amor de mi vida o el boleto para Argentina, pero la cuestión es que nos casamos y me vine. Vivimos en la chacra de los padres de él a 35 kilómetros de Gonzales Chaves durante diez años”, comienza relatando Mona a La Vidriera.